Llega un momento en todo aficionado a la bicicleta (más en la de montaña) que la experiencia de la bici se alarga más allá del tiempo que estás pedaleando. Ya hemos hablado aquí de la planificación de las rutas o de los viajes como tiempo de bici. Pero ¿y el tiempo de limpiar y reparar tu máquina?
A medida que tu afición se incrementa también lo hacen las ganas de realizar tú mismo los cuidados a tu amiga inseparable. Comienzas a comprar algunas herramientas y hacer tus reparaciones, cambios de pastillas, etc. Si tu interés por la mecánica aumenta, te das cuenta de que necesitas una herramienta casi más que ninguna: el soporte de montaje.
Sí, ese sujeta bicis, potro, o como quieras llamarle. Un instrumento básico para practicar los cuidados a tu bici sin dejar de cuidarte a ti (sobre todo tu espalda). Hay de muchos tipos, pero yendo a lo práctico, una buena opción es comprarte uno de los que solo tienen un eje vertical y son plegables. (Ver amplio catálogo en Bikester).
Uno de los elementos más importantes es la garra o pinza de sujeción. Es importante que permita grandes aperturas (sobre todo para las bicicletas de montaña que tienen cuadros más gruesos) y que sea giroscópico para adaptarse fácilmente. Otro detalle a tener en cuenta es la estabilidad, aunque los soportes son de una sola asta, los hay de dos o tres patas. Obviamente los de tres patas a priori ofrecerán mayor estabilidad y evitarán más fácilmente que el soporte se venza por el peso o un movimiento brusco y se caiga al suelo.
Por último, mencionar un accesorio importante que si no lo adquieres luego lo echarás de menos salvo que tengas un taller amplio con mesa de trabajo: la bandeja para dejar las piezas que vas desmontando. Suele ser bastante incómodo ir quitando piezas a la bici y luego no saber dónde las has dejado.
Si te pasas tantas horas cuidando de tu bici como saliendo con ella los fines de semana, mejor que vayas pensando en pillarte un soporte de montaje. Tu espalda lo agradecerá.
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