Diario (roto) de la Transpyr (segunda parte)

Etapa 3: ¿Hasta dónde hay que aguantar el dolor?
Salimos de la Seu d’Urgell para afrontar los 114 kilómetros y los 3200 metros de desnivel con esperanza. A pesar de las cifras se trata de una etapa que se adapta a nuestras características: puertos largos sin excesiva pendiente. Empezamos a subir el primer puerto de algo más de más de 20 kilómetros y las molestias de mi rodilla persisten aunque es un dolor soportable que no nos impide ir a buen ritmo.
Tras el largo descenso llegamos al segundo avituallamiento en el kilómetro 60. Las molestias de la rodilla todavía las aguanto bien, aunque ahora viene un ascenso no muy largo pero sí con fuertes desniveles. Subo sin demasiados problemas pero el dolor se va agudizando y no remite. Cada vez es peor y tengo que bajarme de la bici para que la rodilla descanse. El perfil de la etapa en este tramo es de subida y algún tramo de bajada. Los descensos no me ayudan a mitigar el dolor, en realidad lo empeoran. No puede ponerme en posición de descenso porque la rodilla no aguanta, así que solo puede ir sentado o totalmente de pie sobre los pedales bloqueando la rodilla.
El tercer avituallamiento está el kilómetro 80 tras un descenso. Llego muy dolorido, por primera vez hablamos de abandonar, pero “solo” quedan 34 kilómetros y un puerto de 12 kilómetros con un desnivel no muy acusado. Acudo a la ambulancia para que me den un antiinflamatorio. ¿Abandonamos la etapa y mañana veremos si podemos continuar? Eso nos deja sin opción de ser finishers. Ahora mismo poco importa. Finalmente decido intentar terminar la etapa como sea y mañana ya veremos. El puerto lo subo con cierta comodidad, no es muy duro, aunque sí largo, lo que hace que el dolor sea soportable. Sonia aunque no tiene ninguna lesión tampoco anda muy bien. Unos fuertes dolores en los cuádriceps hacen que su ritmo se ralentice. Pero en mi caso lo peor viene en las pequeñas bajadas que hay luego en un terreno de sube y baja continuo. Eso me mata la rodilla. Mientras nos acercamos al final de la etapa en El Pont de Suert voy pensando que tal vez nuestra aventura en la Transpyr 2018 esté llegando a su fin.
Casi no puedo doblar la rodilla cuando llego a meta. Y caminar es un suplicio. Tiene mala pinta para mañana, pero no anticipemos acontecimientos. Descanso y algo de tratamiento. Mañana decidiremos.

Etapa 4: Toca retirada
El día empieza a las cinco de la madrugada. Me despierto en la cama y muevo la pierna. El dolor sigue ahí. No ha menguado nada, continua tan fuerte como ayer al concluir la etapa. Sé que todo ha terminado.
Nos levantamos con tiempo para desayunar tranquilamente y acudir a la salida a comunicar nuestro abandono. Estamos tristes, aunque también aliviados por evitar el dolor y el cansancio. Empezamos a organizar nuestro regreso a Roses. Abandonar no solo es perder la posibilidad de lograr un reto, también supone una pérdida económica por todo lo que tenemos reservado y que ya no vamos a disfrutar. Pero bueno, forma parte del riesgo.
Mientras esa misma mañana regresamos a Roses sentimos cierta pesadumbre, pero lejos del temor que experimenté en la Transpyr de 2011 cuando también estuve a punto de abandonar por un dolor en el tendón de Aquiles. Seguramente porque en esta ocasión sabemos que un día alcanzamos el reto. En la furgoneta que nos lleva al principio de todo, estoy casi seguro al cien por cien que no volveremos a participar en una prueba de estas características, o al menos no de estas dimensiones. Siete etapas, casi ochocientos kilómetros, no sé cuántos metros de desnivel… En fin, mucho sufrimiento y sobre todo mucho entrenamiento previo. Es hora de pensar en otras cosas.
Pero lo que ignoro en esos momentos es que días más tarde crecerá en mi interior una sensación de revancha. Todavía recuerdo el sufrimiento con intensidad, pero no alcanzar tu objetivo por una lesión… De todas formas no creo que volvamos a intentarlo por el esfuerzo físico, de dedicación y económico que supone. Pero también recuerdo el título de esa película de James Bond de principios de los ochenta: Nunca digas nunca jamás.

Próxima entrada: Lo que ha cambiado la Transpyr (2011-2018)

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