Etapa 1: Traidores conocidos
Empezamos la Transpry con un cielo plomizo, menos calor del esperado y 113 kilómetros por delante que, a pesar de los avisos, resultan traicioneros. En ocasiones sabes lo que va a suceder, y sin embargo dejas que suceda porque no puedes evitarlo o porque crees que superarás el desafío.
La primera etapa es un recorrido donde los primeros dos tercios son muy cómodos, tanto que nos dejamos llevar por la ilusión, la emoción y el pelotón. Pedaleamos más deprisa de lo que seguramente deberíamos, intentamos controlar pero se nos escapa.
Pero la amenaza está en el último tercio como anunció la organización en el briefing de anoche: tras el último avituallamiento viene un ascenso duro, muy duro. Se trata de una subida de esas cuya pendiente fuerza a muchos participantes a bajase de la bici y empujar. Cuando creemos que la dureza ha terminado, entonces unas pistas frondosas y hermosas ocultan tramos de barro, un fango negro y arcilloso que ralentiza nuestra marcha y hace que cada pedalada sea más pesada. Quedan diez kilómetros para terminar y pensamos que la etapa está hecha, pero el barro casi nos vence.
Más cansados de lo esperado llegamos a Camprodón tras nueve horas de etapa. Hemos llegado pronto para la dureza de la etapa (y nuestro nivel competitivo). En lugar de estar satisfechos, nos preguntamos si no deberíamos haber tardado un poco más, haber ido más lentos.
Ahora solo pensamos en recuperar fuerzas para la segunda etapa. De lo contrario esto será un calvario más intenso de los que recordábamos.
Etapa 2: Empiezan los problemas en la etapa reina
No lo sabemos, pero estamos casi seguros que esta es la etapa reina, porque subir 2000 metros de desnivel en 50 kilómetros, cruzar ríos y charcos donde el agua te llega hasta las pantorrillas y atravesar infinitos caminos de fango producidos por un invierno interminable, merece el calificativo de etapa reina. Si en la primera etapa todo el desnivel estaba acumulado en los últimos 30 kilómetros, hoy se ha invertido.
A media etapa empiezo a notar molestias en la parte trasera de mi rodilla izquierda, de momento solo es una molestia que termina convirtiéndose en dolor al final de los 117 kilómetros y las diez horas y media de etapa.
Llevamos solo dos etapas y el cansancio y los dolores están presentes casi en cada pedalada. Me pregunto si estamos preparados para este reto, o si empezamos a ser demasiado mayores para este tipo de esfuerzos, aunque después de ver a otros participantes más mayores que nosotros creo que no. O simplemente no recordábamos lo duro y exigente que es este tipo de pruebas.
Llegamos al hotel y empiezo a cuidarme la rodilla, confío que mañana el dolor haya pasado y que solo sea parte del cansancio. La tercera etapa dicen que es la reina, los 3200 metros de desnivel pueden ser la razón.
Próxima entrada: Diario (roto) de la Transpyr (segunda parte)