Hace unos días, mientras hacíamos la ruta del embalse de Benagéber, junto a la fuente de San Marcos nos encontramos un panel informativo destrozado por la acción de alguna persona sin el más mínimo civismo. No debía haber transcurrido mucho tiempo desde la comisión de la gamberrada, pues aún se podían ver los restos del panel por allí esparcidos.
La pregunta que te viene a la mente es ¿Por qué hacen esto? ¿Qué motivación lleva a estropear algo que no daña a nadie y que permite disfrutar de algo tan hermoso como la naturaleza? Intento ponerme en la posición de esa persona y trato de vislumbrar alguna respuesta. Sin embargo, sólo encuentro estupidez, egoísmo y una mente simple y carente de los más mínimos valores éticos.
Lo cierto es que no importa demasiado por qué lo hacen, lo más importante es cómo podemos evitar que vuelva a suceder. Y la única solución que encuentro es la educación; algo tan falto de atención en nuestro país, que uno piensa si es la solución correcta. Pero qué hacer si no. Sé que se trata de una solución a largo plazo, pero las sociedades respetuosas, tolerantes y con un alto grado de civismo no se construyen de la noche a la mañana. La nuestra todavía está lejos del amanecer.
Para no terminar con cierto desánimo, me permito poner otra imagen de esa misma etapa que si bien no cura la estupidez cometida, sí te permite ver que hay cosas que vale la pena conservar.