La bicicleta es como la vida: siempre hay que proponerse algún objetivo que nos motive y nos obligue a esforzarnos para conseguirlo.
Sirve cualquier objetivo por pequeño que sea, siempre que sirva para mejorar. Puede ser desde subir una cuesta que nunca has conseguido, bien por el desnivel o bien por la dificultad técnica, hasta coronar un gran puerto. Las dos opciones son buenas si consigues superarlas y demostrarte a ti mismo que puedes conseguirlo.
En nuestra anterior entrada os describíamos la consecución de un pequeño/gran objetivo personal como era la realización de una etapa de más de cien kilómetros en btt.
Se experimenta una gran satisfacción cuando has llegado a la meta y, pese a todo el esfuerzo y el sufrimiento, compruebas que lo has conseguido. En el momento en que logras tu objetivo olvidas todo lo sufrido anteriormente. Es hora de disfrutar del logro alcanzado.
Así es la vida, proponerte un objetivo y superarte para alcanzarlo. Una vez alcanzado hay que proponerse otro objetivo que te motive a seguir día a día.
Tanto en la bici como en la vida siempre llegan los días en que no ves posible conseguir ese objetivo que te has marcado, que no te veas capaz de ello. Aquí empieza la verdadera lucha y el verdadero esfuerzo. En creer que es posible, en saber que eres capaz y en esforzarte cada día. Sin esos grandes y pequeños retos que nos motiven no tendríamos ninguna razón para levantarnos cada día ni para saborear lo que nos ofrece la vida.
Al igual que es importante conseguirlo, también es importante saber disfrutarlo.
Y tú ¿ya tienes un objetivo?