Steve Jobs pasará a la historia como un gran creador, visionario, innovador, empresario, etc. De todos estos calificativos el que más se ajusta a su actividad dentro del mundo de los negocios es el de innovador. Analizando el caso de Jobs (interesante la lectura del libro El camino de Steve Jobs, de Jay Elliot) se observa que nunca creó nada. Él no inventó los PC, ni los teléfonos móviles, ni las tabletas, ni las tiendas de música online. Su mayor virtud fue ponerse en el lugar del usuario y satisfacer sus necesidades mediante una idea tan simple como sus productos: simplificar al máximo su uso para generar una gran experiencia en el usuario.
Habitualmente se distingue cuatro tipos de innovación: de producto, de proceso, de márketing y organizativa. Jobs aplicó las cuatro para desarrollar sus productos, y aunque no siempre ganó las batallas (tuvo que rectificar sobre todo en procesos y organización, muy a su pesar) sí que ganó la guerra. Apple se convirtió bajo su mandato en una organización muy innovadora capaz de generar expectativas que ninguna otra empresa ha sido capaz de cumplir ni de emular.
La innovación, ahora tan de moda, ha existido siempre. A lo largo de la historia ha estado detrás de la mayoría de los éxitos empresariales, así que no debería sorprendernos que ahora se recurra tanto a ella para solucionar los problemas empresariales. La causa de esta continua apelación a la innovación es que cada día la competencia es más exigente y generar valor para nuestros clientes presentes o futuros es cada vez más difícil.
En el ámbito del desarrollo del territorio, del turismo activo y de la bicicleta también se incrementa la competencia entre los territorios y las actividades. Por ello, llegará un momento que iniciativas que funcionan bien en este ámbito contarán con competidores cada vez más numerosos que harán más difícil ser rentable. Por ello es importante trabajar orientados hacia la innovación.
Innovar no es inventar ni investigar. Innovar tiene que ver con toda aquella novedad que introducimos en un mercado de manera explícita (innovación de producto y de márketing) o implícita (innovación de proceso y organizativa) para satisfacer una necesidad y que ofrece resultados económicos.
La estrategia de especialización que ha adoptado el Centro de BTT Zona Zero, como una forma de aprovechar una fortaleza (característica de su territorio) para satisfacer una demanda insatisfecha como es un centro btt dedicado al enduro, es un caso claro de innovación de producto; ya existían otros centros btt y también existían aficionados al enduro en btt. Diseñar un producto nuevo a partir de cosas ya existentes es un buen ejemplo de cómo se puede innovar.
La innovación no es algo restringido a la tecnología, se puede aplicar a cualquier campo, solo falta ponerse en el lugar del usuario, algo que con demasiada frecuencia no hacemos y que Steve Jobs sabía hacer con maestría. Igual que él, también me gustaría incidir en la innovación de márketing, un área en la que en nuestro ámbito queda mucho camino por recorrer.
El trinomio territorio-turismo activo-bicicleta todavía ofrece oportunidades de negocio, pero pronto la innovación será tan necesaria como en el resto de sectores económicos.
¿Qué haría Steve Jobs en este terreno?