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Preparando la Transpyr 2011

Los que nos seguís a través de nuestro blog, ya sabéis que estamos preparándonos para afrontar el próximo mes de julio el reto de la Transpyr.

Antes de inscribirnos estuvimos leyendo detenidamente las condiciones de participación. No sólo por el hecho de que la inscripción supone un desembolso económico nada despreciable (685 € más extras) sino porque la ruta es lo bastante exigente de por sí, como para tener que hacer frente a otro tipo de exigencias que dificultaran más aún su culminación.

Pues bien, efectivamente el reglamento de la prueba incluye una norma que aumenta el nivel de exigencia: todos los participantes tienen que ser capaces de rodar a una media superior a los 10 km/h paradas incluidas.

Hacer una media superior a los 10 km/h no es demasiado complicado para un aficionado medio, ahora bien, si la media incluye las paradas (avituallamientos, averías, algún error de orientación, pequeños percances, algún que otro descansito para recuperar el resuello, etc.) entonces la media ya no es tan holgada. Además, hay que pensar que una etapa de cien kilómetros y dos mil metros de desnivel la haces sin demasiados problemas, dos también, pero tres, cuatro… y así hasta ocho, no está tan claro.

Por otra parte es lógico que pidan esa media, pues una etapa de ciento veinte kilómetros a esa media significa que necesitas 12 horas para completarla, saliendo a las 8 de la mañana, llegas casi a la hora de cenar.

Actualmente en las etapas preparatorias que estamos haciendo nos salen medias entre 11 y 12 km/h, lo que nos da un margen de tiempo antes del cierre de control que oscila entre sesenta y noventa minutos. Eso sin averías y percances significativos.

Confiamos en poder aguantar ese ritmo pasado el ecuador de la prueba, donde el cansancio y la capacidad de recuperación serán factores determinantes.

La Transpirenaica en BTT: cinco motivos para intentarlo

En el verano de 2009 recorrimos en mountain bike la mitad esta famosa cordillera. En la bici, como en la vida, cada uno encuentra la motivación en grandes o pequeñas cosas, así que poco importa qué nos empuja a dar una pedalada más, lo importante es disfrutar intentando conseguir nuestra meta particular. Conseguirla solo es una consecuencia.

Aquí van cinco motivos por si todavía tenéis dudas o para que empecéis a planteároslo.

Pirineos: el gran referente de la Península Ibérica. No todos los países pueden contar en su orografía con una cordillera montañosa de la magnitud e importancia de los Pirineos. Salvo los Alpes, probablemente se trate de las montañas europeas más atractivas para este tipo de actividad.

El entorno natural. Realizar esta travesía significa recorrer un entorno natural tan espectacular como variado. Desde el bosque mediterráneo a los pastos y vegetación alpina, pasando por zonas de flora continental. Sin olvidar la placentera y constante presencia del agua en fuentes y ríos.

Reto deportivo y personal. La historia del hombre es una continua superación de retos impuestos por él mismo. Nadie nos obliga a ello, sin embargo, el afán por alcanzar nuestras propias metas y saborear la satisfacción de haberlo logrado, nos impulsa hacia este tipo de aventuras.

Compartir vivencias. Probablemente sea una de las sorpresas más gratificantes de esta travesía, al menos para nosotros lo fue: el gran número de gente con la que compartes el recorrido y el esfuerzo. Sin llegar a la masificación del Camino de Santiago, seguramente tendrás la oportunidad de disfrutar de la camaradería de otros atrevidos ciclistas.

En verano, al norte. Tal vez otros digan lo contrario: en verano, al sur. Todo dependerá del lugar de procedencia, en nuestro caso del levante español. Pirineos ofrece un clima bastante benigno para la práctica del ciclismo cuando la canícula veraniega aprieta. Así que es una buena opción. Con todo, no hay garantía de no sufrir los caprichos de la climatología durante la travesía: calor sofocante, frío, lluvia, niebla…

Como decíamos al principio, son cinco razones tan válidas como cualquier otra. Lo importante es que cada uno encuentre la suya. ¿Tú ya tienes la tuya?

En la próxima entrada os contaremos cómo fue nuestra experiencia.

Desempleo, bici y esperanza

Ayer se publicó la encuesta de población activa (EPA) con el triste record histórico de parados en nuestro país, rozando los 4.700.000 Con estos datos resulta difícil no tropezar con un parado allí por donde vas.

Hoy hemos hecho una ruta cerca de casa con las híbridas, el pronóstico del tiempo no permitía grandes planes. A mitad de recorrido hemos coincidido con otro ciclista en lo alto de un puerto. Tras intercambiar algunas palabras, el hombre nos ha comentado que tiene previsto viajar en bici desde Valencia a Santiago de Compostela el próximo mes de marzo, añadiendo a continuación: voy a aprovechar, ahora que estoy en paro. Ante el anuncio hemos tratado de responder con naturalidad, pero sabes que no va a tener fácil dejar las listas del INEM, por la coyuntura y por su edad.

Sin embargo, en el fondo había algo en él que invitaba a cierto optimismo, o, al menos, no al derrotismo que una situación como esa puede acarrear. Es una persona que se ha marcado un nuevo objetivo, realizar una larga ruta en bicicleta, que no le solucionará el problema del desempleo, pero que le permitirá seguir adelante y mantener su autoestima (ese bien tan preciado cuando estás en paro). Podría haber sido otro el reto, pero en su caso la bicicleta se ha convertido en ese clavo donde aferrarse y continuar adelante. En definitiva, un símbolo de esperanza.

Le deseamos suerte en su aventura ciclista y una corta estancia en la listas del INEM.