El ciclismo, al igual que el resto de actividades que realiza el ser humano, no es ajeno a la excitación que produce estrenar material nuevo. Cuando sales de la tienda con tu bicicleta nueva te sientes como un niño con zapatos nuevos; lleno de ilusión por probar esa máquina, seguro de que con ella rodarás mejor, te esforzarás más y serás capaz de bajar esa trialera que se te resiste. La novedad insufla esperanza e ilusión. Pero esa sensación producida por lo material dura poco. Por el contrario, la sensaciones provenientes de lo experiencial aumentan con el paso del tiempo dejando de lado el material.
Cuando te inicias en la práctica de la mountain bike, las experiencias no suelen ser extremadamente agradables (como la primera vez que pruebas la cerveza): te sientes limitado por la falta de técnica y el esfuerzo físico apenas compensa el paisaje. Sin embargo, resulta excitante ver qué bicicleta te vas a comprar. Al principio piensas que con una de unos cientos de euros es más que suficiente. No pasa mucho tiempo antes de pensar que una bicicleta de un millar de euros te permitirá mejorar y disfrutar más. Pero no satisfecho con eso, llega un momento que piensas que tú también tienes derecho a llevar un “maquinon” de varios miles de euros.
A partir de aquí, la cosa empieza a cambiar, no porque no desees comprarte una bici mejor, sino porque algo en tu interior empieza a decirte que lo importante no está tanto en el material que usas, sino en las experiencias que vives. Es fácil observar en los principiantes y no tan principiantes un “gap” (como dirían los anglosajones) entre el material que usan y el nivel técnico-físico que poseen. Con el tiempo esa brecha se va acortando, hasta que llega un momento, si de verdad te conviertes en un verdadero aficionado, que la brecha se invierte y es la experiencia la que se distancia de lo material.
Esa brecha adquiere todo su significado cuando empiezas a gastar dinero en viajar y rodar por nuevos territorios, nuevos lugares y conocer a nueva gente. Personalmente nosotros siempre nos hemos mantenido más cerca de los experiencial que de lo material. Con solo dos bicicletas de mountain bike (de nivel bajo-medio) hemos vivido multitud de experiencias y recorrido lugares muy diversos, y nunca hemos tenido la sensación de que con otras bicicletas todo hubiera sido mejor o más divertido.
Si permaneces anclado en comprar el nuevo componente o el nuevo modelo de bicicleta, me parece que algo falla. Después de todo, a la tumba solo te llevarás tus experiencias; tu bicicleta se quedará en el garaje cogiendo polvo.
Totalmente desacuerdo con el artículo. Es importante no perder el norte y saber disfrutar de la esencia del mtb y no dejar que el no llevar lo último te reste ilusión por pedalear. Esto mismo lo podemos aplicar a muchos otros deportes o incluso áreas de nuestra vida personal, la sociedad de consumo intenta hacernos sentir infelices por insatisfechos en todo momento.
como desacuerdo?
por lo que dices estas de acuerdo.
Yo por lo menos así lo comparto, con una bici de 400E recorrí la ostia de km y aprendí a tirarme por sitios que me decían que con esa bici no se podía, le debo mucho a esa bici y por no terminar de destrozarla la jubile de la montaña, pero como necesitaba otra me compre una de segunda mano esta un poco mejor por unos 1,000E conseguí una buena maquina. Se nota la diferencia, si, pero lo importante no es llegar antes sino llegar.