El principiante #bikehistorias

El principiante

A sus cincuenta y tres años nadie le había advertido de los riesgos que corría. Apenas un año antes había comenzado a practicar deporte por recomendación de su médico. El colesterol atascaba sus arterias. Tras comprobar que el running le dañaba las articulaciones, la bicicleta de montaña ya formaba parte de sus fines de semana. Ahora, un año más tarde, su vida estaba a punto de dar un giro inesperado. Todo gracias a la bicicleta de montaña o al colesterol. Nunca le quedaría claro de quién era la culpa.

Esperando la señal de salida, sintió como su cuerpo se tensaba y su respiración se aceleraba. Hacía tiempo que no se sentía así; emocionado y expectante ante lo desconocido. Vivo, al fin y a la postre.

Las primeras pedaladas fueron las peores, los nervios le habían atenazado los músculos. Sin embargo, todo se fue diluyendo y una extraña sensación placentera se fue apoderando de él a medida que pasaban los kilómetros. Un par de horas más tarde, el cansancio castigaba sus envejecidos músculos. Por un momento creyó que no lograría terminar.

Al cruzar la meta reconoció la felicidad. Ese estado tan precario que tan pocas veces le había visitado. Físicamente se sentía fatal. Pero era feliz. Aquella noche no pudo dormir. Tal vez fuese por el cansancio. Tal vez fuese porque ya había empezado a pensar en la próxima prueba.

A sus cincuenta y tres años sentía la emoción del principiante. Su vida ya no volvería a ser como antes.

 

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