Los que acumulamos ciertos años recordaremos ese famoso eslogan publicitario que anunciaba una bicicleta estática. Por aquel entonces la bicicleta era para los niños; los mayores se movían en moto o en coche. Nadie quería desplazarse en bicicleta, eso era cosa de pobres. El progreso llegaba a nuestro país y nadie quería quedarse rezagado.
Afortunadamente las cosas están cambiando y la bici vuelve a ser algo de modernos.
Es curioso cómo se entiende el progreso en cada época. A principios de los ochenta la bicicleta era un objeto para el disfrute de los críos. ¿A quién no le regalaban una bicicleta en su primera comunión? Nadie pensaba en ella como elemento de transporte.
Pero el “exceso” de progreso (si se me permite la expresión) también tiene externalidades negativas (que dirían los economistas): contaminación, sedentarismo, atascos urbanos. Así, poco a poco la bicicleta va recuperando un lugar importante en nuestras vidas. Primero como objeto de ocio y deporte para los fines de semana. Luego como forma de viajar (cicloturismo) y finalmente, como medio de transporte diario.
Esta última función seguramente será la que más costará de recuperar debido a cuestiones culturales, legales y de visión de nuestros gobernantes. No se trata de que la bicicleta sustituya a otros medios de transporte: la idea es que utilicemos el medio más adecuado para cada tipo de desplazamiento. No tenemos que ir en coche a todos los lados.
No cabe duda que la bicicleta será uno de los medios de transporte más importantes en las urbes; solo hay que ver los problemas de contaminación que ya hoy se están produciendo, o los problemas que acarreará el encarecimiento del petróleo debido a su escasez (eso también llegará).
Lo bueno de todo esto es que, como decía el anuncio, nuestro corazón (y nuestra alma) lo agradecerán.