No, no es que nuestros dirigentes hayan sufrido un ataque de saludable cordura. Simplemente es que como siga así eso que llaman economía, desplazarse en bicicleta comenzará a ser algo cuasi obligatorio.
Con cada vez más personas desempleadas, el precio de la gasolina por las nubes, la depreciación que nuestro país está sufriendo en términos reales y nominales y un largo etcétera, se están dando las condiciones idóneas para que la bicicleta se convierta, en los próximos años, en el medio de transporte urbano por excelencia.
Sin embargo, esto no va acompañado de políticas que favorezcan el uso de la bicicleta, más bien al contrario. Así que mucho me temo que ni por esas veremos las calles de nuestras ciudades como las de los admirados holandeses, alemanes, daneses…
Otra oportunidad perdida para mejorar la salud de los ciudadanos, reducir la dependencia del petróleo y disminuir la contaminación acústica y atmosférica de nuestras ciudades.
Tengo la impresión de que vamos a salir de esta crisis importando las peores ideas, leyes, costumbres y modos de vida de otros países; y no adquiriendo ni una sola buena. Llámame cenizo, pero ya sabemos que Spain is different.
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Pues aquí en Bilbao hay una suvención para adquirir vehiculos eléctricos en general, bicis eléctricas incluídas. Aunque también es verdad que valen una pasta, las cosas como son…
Aunque lamentablemente, no toda la culpa es del gobierno, hay una falta de mentalidad: en Europa cuando llueve (y llueve bastante más que en la mayoría de España) es común ver a la gente en bici. Aquí cuando llueve si vemos a alguien en bici –lo cual ya es bastante dificíl– lo primero que pensamos es: «dónde irá el gilipollas de la bici con la que está cayendo???»
Lo más triste es que empecemos a darnos cuenta de que se puede ir en bici justo cuando no tenemos dinero para echarle gasofa al coche. O que nos tengan que cobrar las bolsas del súper para darnos cuenta de que realmente no nos hacían falta tantas.
Enfin, cosas de la especie humana…
Toda la razón tienes. No toda la culpa es de los otros. Nosotros, con nuestros gestos diarios grandes o pequeños, también podemos hacer que las cosas cambien.