No se trata de llegar siempre a lo más alto, ni de hacer más kilómetros, ni hacerlo en el menor tiempo posible. Nosotros preferimos realizar nuestras rutas disfrutando de ellas, es decir, del entorno, de la compañía, y, por qué no, del esfuerzo que supone realizarlas.
Cuando la ruta nos lleva cerca de un vértice geodésico siempre produce una agradable sensación. Por un lado, y aunque no sea el objetivo, representa un pequeño logro personal al pensar que has sido capaz de subir hasta aquí. El ser humano siempre tiene ese gran o pequeño espíritu de superación que hace que las cosas sigan progresando. Por otro lado, alcanzar un vértice geodésico siempre recompensa al ofrecerte unas vistas magníficas (habitualmente están ubicados en lugares despejados para poder conectar con otros vértices) Las panorámicas, el silencio de la montaña y el viento que sopla en las cimas crean una sensación en ocasiones imperceptible, pero que hacen que uno disfrute del contacto con la naturaleza y que cuando no lo tienes, lo eches de menos.
Para los más curiosos, podéis consultar los vértices geodésicos que hay actualmente en España en la página del Instituto Geográfico Nacional. El vértice de la foto es el del collado de Arenas, en el municipio de Requena (Valencia). También para los más curiosos, aquí os dejo su ficha.
Vértices geodésicos
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